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La gratuidad de la
Educación Infantil y de Bachillerato peligra. La
Constitución asegura la gratuidad de la educación básica y la
L.O.M.C.E. afirma que La Educación
Primaria, la Educación Secundaria Obligatoria y los ciclos de Formación
Profesional Básica constituyen la educación básica, excluyendo los otros
dos niveles de Educación.
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Una materia puede ser
impartida por un profesor/a que no se ha preparado para ella. ¿Cómo va a mejorar la calidad de la enseñanza
el hecho de que, por necesidades organizativas, la profesora de lengua tenga
que impartir también las clases de inglés o de música, cuando no se ha
preparado para ello?
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Un docente puede
sufrir un traslado forzoso a un destino no elegido. ¿Es esta la ley que
nacía con la promesa de devolverle la dignidad y el respeto perdido al
profesorado? Nace menospreciando a los docentes.
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El director/a de un
centro ya no será elegido por la Comunidad Educativa sino por la Administración. Hasta ahora la
dirección de un centro la ostentaba la persona elegida por el Consejo Escolar,
un órgano formado por profesores/as, alumnos/as, padres y madres y personal de
administración y servicios. Ahora al director/a lo elegirá una comisión formada
por al menos un 50% de miembros de la Administración Pública y menos del 50%
por la Comunidad Educativa. Una vez más comprobamos que esta ley menosprecia al
profesorado y decide, desde un despacho, lo mejor para nuestros centros.
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El director puede
elegir si un profesor interino da clase en su centro o no, y elige a su
profesorado. En
este punto merece la pena pararse un poco más. A partir de ahora los directores
podrán crear “proyectos de calidad” que le hagan rechazar a determinados
profesores interinos destinados a sus centros, obviando criterios como
baremación por méritos, antigüedad o formación. Además, según se adapten a
dichos “proyectos de calidad” podrá elegir profesores para el centro que,
además no tienen ni siquiera que pertenecer al cuerpo de interinos. Si, además,
tenemos en cuenta que el director está elegido por la Administración, ya hemos
completado el círculo acerca de cómo se seleccionará a partir de ahora al
personal docente. Pero, no olvidemos preguntarnos ¿qué es un proyecto de
calidad exactamente? Leamos textualmente: El
proyecto educativo de calidad supondrá la especialización de los centros
docentes, que podrá comprender, entre otras, actuaciones tendentes a la
especialización curricular, a la excelencia, a la formación docente, a la
mejora del rendimiento escolar (…) las acciones de calidad educativa deberán ser
competitivas.
Esto es, podríamos crear un proyecto de calidad que busque la excelencia del
alumnado y nuestro criterio sería seleccionar sólo estudiantes con más de 6 de
nota media. O bien uno que busque la especialización en asignaturas
científicas, desplazando así a otros centros a los alumnos/as de letras. A
destacar también el hecho de que dichos proyectos de calidad deben ser
competitivos (quizá la palabra más usada de esta nueva legislación). En este aspecto
profundizaremos más en los siguientes puntos.
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Las evaluaciones del
sistema educativo servirán para valorar al alumnado y a los centros educativos. Eso deducimos de la
eliminación de un artículo de la antigua ley que decía (…) no podrá amparar que los resultados de las evaluaciones del sistema
educativo (..) puedan ser utilizados para valoraciones individuales de los
alumnos o para establecer clasificaciones de los centros. Esto,
lógicamente, perjudica a los centros con todo tipo de alumnado y beneficia a
quien los elijan por distintos mecanismos. Más aún si tenemos en cuenta que:
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Las Administraciones educativas podrán asignar mayores
dotaciones de recursos a determinados centros (..) en razón de los proyectos
que así lo requieran (..). Dicha asignación quedará condicionada a la rendición
de cuentas. Resumiendo,
la Administración elije al director, éste crea un proyecto de calidad en
función del cual decide quién será y quién no será docente y alumno/a en su
centro, y, según dicho proyecto y sus resultados, recibirá subvenciones y
recursos. Sin lugar a dudas, la competitividad estará presente entre los
centros, que es lo que se pretendía desde el principio con la L.O.M.C.E. tal y
como se expone claramente desde su preámbulo. Este modelo de competitividad
entre centros ya se puso en marcha a distintos niveles en Inglaterra, Chile o
Estados Unidos con nulos o malos resultados.
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Determinados
estudiantes no podrán obtener el Graduado Escolar.
Hasta ahora: si detectábamos que un alumno no
podría llegar a conseguir el Graduado Escolar y esto no era achacable a la
falta de estudio, entraba en un programa llamado Diversificación Curricular, en
los cursos de 3º y 4º E.S.O., en el que las asignaturas y la metodología se
adaptaban para conseguir ese graduado que parecía tan difícil de conseguir.
Con la L.O.M.C.E.:
Diversificación Curricular pasa a llamarse Programa de Mejora del Aprendizaje y
el Rendimiento (P.M.A.R.) y ahora afecta a los cursos de 2º y 3º E.S.O., pero
con una gran diferencia, ahora el alumno, tras terminar estos dos cursos, se
incorporará a 4º E.S.O. por la vía ordinaria para poder conseguir, a su
término, el Graduado. ¿Es éste un objetivo realista? Cualquier miembro de
cualquier Comunidad Educativa podrá afirmar con contundencia que no. Tras haber
bajado los niveles de todas las asignaturas durante dos años, es imposible que
un alumno se readapte bien a la vía ordinaria. ¿Cuál es lo única solución para
este tipo de alumnado? Abandonar la E.S.O. e incorporarse a la Formación
Profesional Básica (antes conocido como Programa de Cualificación Profesional
Inicial (P.C.P.I.)). Pero, cuidado, si hasta ahora esta ruta otorgaba el
Graduado al finalizarlo, ahora ya no.
Ya hemos encontrado
otra manera de segregar al alumnado.
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Habrá 3 carísimas
“reválidas”.
¿No estábamos en crisis y había que bajar sueldos, aumentar la jornada laboral,
despedir profesores, eliminar recursos,..? ¿De dónde sale el dinero para
sufragar tantas pruebas externas (planificación, tiempo de trabajo, fotocopias,
examinadores y correctores)? Analicemos cada una de ellas:
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Se realizará una
primera Evaluación final al término de Primaria. Esta prueba no
tendrá consecuencias académicas. ¿Para qué hacerla entonces? Para valorar la
preparación del alumnado. ¿Pero no se ha hecho esto ya a lo largo de los 6
cursos que los estudiantes pasaron en esa etapa? Sí, pero la Administración
Educativa desconfía de sus empleados y prefiere comprobar estos resultados con
sus propios ojos a costa de los recursos de todos.
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Tendremos una segunda Evaluación
final para obtener el Graduado. Una vez los alumnos/as han terminado la
Secundaria, no obtendrán el Graduado como sucedía hasta ahora, sino que tendrán
que realizar esta prueba y aprobarla para conseguir el preciado título. Otro
despilfarro, otra prueba de desconfianza y otra demostración de su
desconocimiento del día a día en un aula, pues si esta medida se pone en
marcha, las asignaturas dejarán de perseguir la formación y el conocimiento, y
empezarán a centrarse en los contenidos de esa prueba que se convertirá en el
centro en torno al cual giran todos los contenidos y las actividades.
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Habrá una tercera
Evaluación Final para obtener el Título de Bachillerato. También hasta ahora este
título se obtenía con el visto bueno de los profesores que daban por aprobadas
las asignaturas que el alumno/a cursaba durante dos años. Ahora será un órgano
externo quien examine y apruebe o no a los aspirantes. Desaparece la
Selectividad que abría las puertas a la Universidad, pero aparece una prueba
que puede cerrar no sólo las puertas de la Universidad, sino también las del
Título de Bachillerato.
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Algunas asignaturas
pasarán a ser de segundo rango. Si antes Tecnología, Música o Educación
Plástica y Visual eran asignaturas obligatorias, pues se comprendía que la
Educación de nuestro alumnado debía ser integral y completa, ahora pasan a
formar parte de un bloque llamado de asignaturas específicas, formado por 6
asignaturas. Para que un alumno/a pueda cursar una de ellas primero el Equipo
Directivo debe ofertarlas en su centro (seguro que ya hemos perdido alguna
asignatura por el camino), luego el alumnado debe elegir un máximo de 3 de
ellas y, por último, pueden asignársele o no. Esto último sucede porque las
asignaturas específicas serán la alternativa a los refuerzos y, si un alumno/a
suspende, por ejemplo, 2 asignaturas instrumentales, tendrá 2 refuerzos y sólo
una específica. Conclusión: nuestro alumnado deja de tener una Educación
completa.
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Educación para la
Ciudadanía, Religión, Lenguas Cooficiales… ¿hace falta detallar algo más que el
ciudadano de a pie no sepa ya acerca de los nuevos contenidos de la L.O.M.C.E.
a este respecto? La cortina de humo que se ha creado alrededor de estos tres
conceptos no nos están dejando ver lo importante de todos los demás cambios que
se van a producir.
Aún
así, no hay que dejar de mencionar lo grave que es que la Administración
Pública pague la Educación privada de quien no quiera estudiar una Lengua
Cooficial, es decir también oficial, de nuestro país, que la Religión o las
asignaturas de Refuerzo vuelvan a ser evaluables, o que desaparezca algo tan
importante para nuestros adultos del futuro como es la Educación para la
Ciudadanía.
¿No
son todos estos motivos suficientes para pararse a pensar, para creer que
existen razones para preguntar y escuchar a los primeros implicados en
Educación (profesorado, alumnado, padres y madres)? ¿No es la Educación de
nuestros hijos/as lo suficientemente importante como para crear una ley nacida
del consenso y del diálogo?
Marta Vallejo Aparici
Profesora de
matemáticas
en un instituto de
educación secundaria
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